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Monday, October 15, 2012

El Pequeño Pene de Jaime


Jaime tenía un pequeño problema: su pene.

Desde jovencito Jaime sufrió la humillación y el desprecio por causa del tamaño de su pene.
Un día, ya harto de tanta burla, decide de ir a ver al Doctor.

“Doctor” dice Jaime, “fíjese que ya estoy cansado de que las mujeres salgan corriendo cuando ven mi pene. Me humillan, se ríen de mí. Dicen que no las satisfago. Estoy desesperado Doctor. Dígame por favor, ¿qué hago para aumentar el tamaño?”

El Doctor le responde: “Bueno Jaime, mire, usted se va a tomar estas pastillitas que le voy a recetar.
Pero eso si, se toma ¡la mitad de una nada más! Mire que estas pastillas son muy potentes.”

Jaime se emocionó tanto abrazó al Doctor y se fue a la farmacia a comprar sus pastillas diciendo a sí mismo: “Finalmente nadie se burlará de mi nunca más”

En la noche Jaime decide tomar su pastillita tal cual como se la recetó su Doctor, mientras se preparaba para una fiesta a la cual estaba invitado.

Un poco más tarde, Jaime llega al lugar de la fiesta y no puede creer lo que sus ojos veían. El lugar estaba repleto de mujeres. Y todas bellísimas.

Aquel hombre, con las ganas que tenía de tener una mujer, sin pensarlo dos veces, toma el frasco de pastillas, lo abre y se las toma todas.

Unos minutos más tarde mientras Jaime hablaba amenamente con una muchacha, su pene comenzó a crecer descomunalmente. Tanto así que se le empezó a salir por la pierna del pantalón y obviamente causó un gran terror entre los invitados.

Todos comenzaron a correr despavoridos al ver tal atrocidad.

Jaime toma su celular y llama a su único apoyo: su Doctor. Le dice: “Doctor, fíjese que me tomé todas las pastillas de un solo golpe y ahora mi pene no para de crecer, ¿qué hago?”

El doctor le dice: “¿Se tomó todas? ¿No le dije que se tomara solo la mitad de una? Bueno, mire, hay un remedio, si tiene acceso a un vaso de leche, vaya y sumerja la punta de su miembro dentro del vaso de leche. Pero hágalo ya”

Así que Jaime corre a la cocina, abre el refrigerador, saca la leche y empieza a remojar su pene en un vaso de leche.

En eso, un muchachito lo estaba espiando, y al darse cuenta el niño grita: “¡Corran! ¡Corran por sus vidas que lo está recargando!”

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